La culpa es de los guitarristas

Llega un día en la vida de toda persona, en que uno descubre que el agua mineral, -esa materia incolora, inodora e insípida- lleva en su envase impreso el sello de la fecha de vencimiento.
El agua mineral, señores.
Ya nadie tiene coronita. Ni siquiera ese bendito H2O.
El agua mineral quedó en la misma categoría que los lácteos, la factura del gas, y la relación con ese morocho hermoso de materia gris inversamente proporcional al tamaño de sus bíceps: la categoría de las cosas con fecha de vencimiento.
Entonces miramos a nuestro alrededor y aparecen más y más productos: el alcohol, las tarjetas de teléfono, los porotos de soja: todo vence, más o menos temprano.
Hay un Juan Carlos Válido-Áte que se gana su sueldo decidiendo que el destino de la docena de huevos blancos que acabás de comprar, es pudrirse pasados los 09:45 minutos del día 28-02-2009.
El próximo hit de Kevin Johansen va a repetir en sus coros: “Ya tein veincimentu”.
Porque acá hay una realidad y es que no todo tendrá puesto el sellito, pero lo que no tiene vencimiento, de todas formas, tiene cierta vida útil.
Emmanuel Abeldaño –mi profesor de luthería- solía contarnos que muchas veces le preguntaban a él (luthier de guitarras clásicas y flamencas) por qué razón las guitarras nunca duraban tanto como los violines. Y el siempre contestaba lo mismo: “Por los guitarristas”.

Es así de simple. El/la guitarrista (y/o guitarrero) promedio termina de tocar y deja la guitarra por ahí, apoyada en algún lugar, tirada arriba de la cama, contenida por algún soporte. Pero el violinista simplemente lo guarda en el estuche.
El/la violinista es una persona concienzuda y sabe, que en cualquier momento el gato puede saltar frenéticamente arriba de la mesa para escapar del chorro de soda que le tira nuestra madre luego de descubrir que el felino se puso a jugar con el tejido y le destejió tres cuartas partes de la mañanita que estaba tejiendo, y arrojar así el violín al piso.
La violinista sabe que en cualquier momento puede tocar el timbre ese morocho de bíceps prominentes y luego de atender a la puerta es probable que olvide donde corno dejó el violín. Es mejor tener la buena costumbre de guardarlo en el estuche antes de que en un arrebato hormonal alguien termine con dos efes marcadas en el ojete por dejar el instrumento descansando arriba de la cama.

Por ahora tenemos estas dos cuestiones: vencimiento y vida útil.
  1. El vencimiento se supone absoluto. Cuando la mayonesa se pasó, está pasada, y no hay más vuelta qué darle al asunto. Acá van las cosas que satisfacen nuestras necesidades primarias, los recursos renovables, y el morocho con sus bíceps.
  2. La vida útil se supone relativa. Si se trata de algo que valoramos, le daremos mayor cuidado e intentaremos alargar este plazo. Aquí, la guitarra, el violín, y ese pelotudo del que te enamoraste aunque sabías que era un gil y no valía dos marengos.
  3. En este punto va algo que desconozco pero de cuyo desconocimiento soy plenamente conciente. A ver si me dan una mano.

5 comentarios:

  1. Me quedó medio verde este post. Es lo que pasa cuando uno escribe sin saber a dónde quiere llegar...

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  2. 1) Su post pluma currente más que verde nerece el apelativo de fresco. Tan fresco que ni fecha de vencimiento le puso. ¡No sea fresca!

    2) Como guitarrista debo decir: ¿De qué se queja ese luthier: si fuera por los violinistas se moriría de hambre? Al 95.73% de los guitarristas no nos gusta tocar la guitarra. De ahí que el descuido proverbial que le brindamos no sea del todo inocente

    3) ¿A cuámto cotiza el marengo

    4) Nos alegra (a mí y a Luc) enterarnos de que sólo los morochos tiene fecha de vencimiento. Que los bíceps decaigan es algo que me tiene sin cuidado: mi brazo está conformado por húmero y pellejo de apariencia calcarea.

    5) Me gusta el distingo entre "vencimiento" y "vida útil"; me ha inspirado algo, pero todavía no sé qué. También me gustan las despedidas subrepticios.

    Adieu.

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  3. Y si, es verdad que los guitarristas somos un tanto descuidados con nuestro amado instrumento, pero es que proyectamos en el todas nuestros deseos y frustraciones, y la amarga conciencia de saber que también nosotros tenemos fecha de vencimiento, y que mejor ni pensemos en nuestra vida útil...

    PD; Me acordé de MISION IMPOSIBLE, esos si que patentaron la fecha de caducidad..."ESTE COMENTARIO SE AUTODESTRUIRA EN LOS PRÓXIMOS 15 SEGUNDOS"...(o un poco más, espero)

    Un Abrazo

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  4. Si tuviera las categorías que figuran al pié de los post de LUC, a esta entrada le pondría un CRUDO. Pero todo sea por el KEEP WRITING!.

    Yo creo que en los instrumentos musicales, como en los libros, el cuidado habla mal del objeto. Cuando más destruido un libro, probablemente más leído, más comentado, mejor sea el escrito. El violín está siempre nuevo porque no hace falta sacarlo tantas veces: nadie soporta más de una sesión de violín. La guitarra, en cambio, se la banca a full: se banca toda una noche alrededor del fogón, se banca la serenata. Por eso está más rota, pero más saludable. El desgaste como salud.

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  5. Yo creo que soy guitarrista de alma (en la práctica no sé leer un pentagrama). Por eso creo en la destrucción de las cosas, materiales y emocionales.
    Los violines se los dejo a los contadores, los abogados y los profesionales serios y bien adiestrados.

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