Los caminos de la vida

Estoy escribiendo un diario. Y descubrí que me hace bien.
Muchas veces releo lo que escribí hace algunos días, semanas o meses, y descubro que lo que estaba a punto de escribir, ya lo había escrito antes.
En ese sentido me sirve mi diario.
Cuántas veces, luego de equivocarnos, nos damos cuenta de que eso que acabamos de hacer, ya lo hicimos antes, y más de una vez. Más de dos, más de tres.
El hombre es un animal de costumbres.
Y si la variedad hace al gusto, la falta de opciones experimentadas hace que nos amoldemos a un modelo personal, un modus operandi de encarar la vida, que a veces nos da buenos resultados y otras veces, no.
Uno cree que cambia, pero lo que cambian son los nombres. Los nombres de las personas, los nombres de los lugares y de los años.

Uno de mis grandes "conflictos existenciales" siempre fue el de cómo saber cuando un obstáculo es sólo eso -una piedra en el camino, algo que hay que superar para poder lograr lo que queremos- o cuando es algo más -una señal de que una situación nos excede, y debemos salir en busca de otra cosa-.
Creo que me voy a seguir repitiendo esa pregunta a lo largo de toda mi vida. Ojalá sea así, porque si tuviera la respuesta, esta vida se tornaría predecible y, en cierta medida, aburrida.

Otra faceta de esta pregunta es la que toma cuando es llevada al campo de los sentimientos. Uno puede pensar o creer o sentir que quiere a alguien. Pero hablando objetivamente, ¿qué es lo que separa al amor del capricho, o de la obsesión?
No hay nada que los separe. Absolutamente nada. Son diferentes medidas de la misma cosa.
Pero si decimos que el amor y el capricho son lo mismo, estaríamos suponiendo que una persona madura (y por tanto, que no responde a antojos sin razón, sino a juicios imparciales), sería capaz de querer por elección, de amar solo a quien fuera conveniente. O al menos de amar y dejar de amar, con total libertad.

El camino del error, ese que ya recorrimos tantas veces, fue trazado por nuestros propios pasos, construído por nuestras manías y delirios. Si, cansense de decirme que es un camino de mierda y que no lleva a ningún lado, pero es MI camino, MÍO, MÍO, MÍO!
Antes de llegar yo, no había nada más que vacío ahí, era tierra yerma. Con Mis desaciertos aboné esa marga, día a día. Tengo callos en Mis pies de caminarlo descalza, para surcar más profundo y más claro su sendero con los defectos de Mi personalidad. De los arbustos que planté, nació solo fruta amarga. Pero era Mi fruta.

El hombre es un animal de costumbres.

*

Desde donde estoy, aún puedo ver Mi camino. No porque esté cerca, sino porque desde acá puedo ver todo más claro.
No se bien donde estoy parada pero sospecho que debe ser como un desierto, donde mis pasos en vez de perpetuar un nuevo sendero, son efímeros y se funden con el resto de la vida.

Me sigo preguntando, porque sigo siendo idealista y no puedo conformarme con pensar que el capricho y el amor sean la misma cosa. El amor debería ser algo más grande.

Los caprichos tienen que ver con lo que uno quiere. Si el amor es más grande, entonces debería tener que ver con lo que uno necesita.

Yo siempre tuve lo que quería
pero nunca lo que necesité.

Me queda un largo trayecto por andar. Pero no por poseer.

1 comentario:

  1. Aplaudo el inicio de un diario. Ayuda mucho más de lo que uno pueda creer.
    Tiene un poder cuasi mágico. Como si cada párrafo espantara un fantasma.

    Un beso

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